El unicameralismo frankensteiniano
Debo insistir en que el unicameralismo ha demostrado en los quince años de su existencia ser totalitario y antidemocrático. Paradójicamente, más inquisitorial en el régimen presuntamente democrático que sucedió a Fujimori. Así, mientras las Comisiones Investigadoras de 1945-48 fueron diecisiete; las de 1950-56, cuatro; las de 1956-62, diez; las termocefálicas del 2001-2006 llegaron a ciento dos. El unicameralismo en el Perú ha sido siniestro.
El de 1822 fue ultraparlamentario y utópico, puso a gobernar a un triunvirato, y a los pocos meses los militares fundaron de facto la Presidencia de la República en el golpe de Balconcillo. Se suspendió luego la Constitución de 1823 y las propias labores parlamentarias para permitir la dictadura de Bolívar. El unicameralismo de 1867 no llegó a funcionar. El monocameralismo de 1931 fue mal nacido. Se comenzó anulando la elección de diez constituyentes apristas por Cajamarca y desaforando a veintidós a los dos meses de empezados los debates.
El monocameralismo fujimorista (1993-2000) y el antifujimorista (2001-2006) han significado el mismo fenómeno totalitario: temor reverencial hacia el Jefe de Estado; espíritu comisarial; persecución de magistrados del TC y de la Corte Suprema por discrepar con sus resoluciones; leyes como la de interpretación auténtica, contumacia, leyes penales y penitenciarias retroactivas en perjuicio del reo, etc.
Y al amparo de los inconstitucionales artículos 99o y 100o de la magna lex apócrifa acosaron y persiguieron a infinitas personas imputándoles conductas atípicas, prescritas o improbadas. La fiscalía y la judicatura acataron genuflexamente esas decisiones sin preferir la supraconstitucionalidad democrática a la constitucionalidad fascistoide. Los críticos del Senado censuran que invoquemos la historia, como si no formara parte de la esencia nacional, y señalan que pretendemos introducir un ente foráneo, como si no hubiera existido antes.
De 186 años de independencia solamente 47 no hemos tenido Senado. De 1822 a 1826, durante el primer Parlamento; de 1855 a 1856, la Convención Nacional que fue realmente una Constituyente, disuelta a bayonetazos por el coronel Arguedas; en 1867 unos meses; de 1881 a 1883, bajo la vandálica y genocida ocupación chilena; de 1930 a 1939, periodo en que se desaforó a los compañeros apristas y señorearon las perversas dictaduras de Sánchez Cerro y Benavides; de 1948 a 1950, en el interregno de Odría antes de su autoelección; de 1968 a 1980, vigente el hipócrita régimen seudorrevolucionario de las Fuerzas Armadas. Finalmente, con el drama comenzado en 1993.
Quienes nos llaman extranjerizantes ignoran que nuestras pluricentenarias instituciones constitucionales no han sido fundadas en el Perú. El Senado es de origen romano; el Defensor u Ombudsman es sueco; la Presidencia de la República fue inventada en Estados Unidos (1787); la jurisdicción constitucional es una fábrica de la revolución francesa, de Sieyés; el mismísimo Parlamento es de origen medieval europeo. Si quieren algo nacional tendremos que restaurar al Tucuy Ricuy y a los Orejones.
POR: JAVIER VALLE-RIESTRA
Véase en: http://javiervalleriestra.blogspot.com/2007/07/el-unicameralismo-frankensteiniano.html
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